martes, enero 08, 2013

Everyday, everynight

No advertiría hasta más tarde que aquel último beso, fugaz como un deseo, un relámpago o un pestañeo; cambiaría su forma de ver la vida. Echó una ojeada a aquel cuerpo esquelético mientras se vestía y desapareció sin dejar rastro. Aquella noche volvió a salir, volvió a echar un polvo y se dejó las bragas en alguna habitación de hotel. En eso de basaba su vida, deambular de día, pillar algo de maría y colarse en cualquier baño público al crepúsculo con el objetivo de emperifollarse para salir de nuevo; bajo la luna, a cazar alguna cama en la que poder pasar la noche. Labios sabor a ron, menta, nicotina, café, vainilla... Con sabor a pereza, a frenesí, desesperación, pasión...Pero por primera vez ella echaba de menos aquellos con sabor a hachís. Se sentaba en la barra del bar a esperar que sus ojeras aparecieran entre la gente y la llevaran de vuelta a aquel colchón manchado de recuerdos. El taconeo en la tarima pasaba desapercibido entre risas y flirteos, muecas e insinuaciones; pero las dudas la dejaban con el agua al cuello. Drogodependencia, comprensible. Sin embargo la incertidumbre de si volvería o no a verle le hizo replantearse si salir huyendo cada mañana de las habitaciones de sus presas les hacía a esos hombres necesitarla como ella lo necesitaba a él en aquel momento. Si la respuesta era sí, se había convertido en una zorra. Sintió mono de algo que no podría consumir. Era peor que llevar una semana sin fumar. La ladrona de ilusiones se ahogaba con su propios pensamientos. Habían roto su esquema de vida perfecto.

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